PALABRA, POESIA Y VIDA

Te estas adentrando a mundo diferente, un mundo de palabras que cobran vida, que hablan por sí solas y expresan lo que dicen.

Deja que las palabras te susurren, te embellezcan, admiren tu sensualidad, se deslicen por tu cuerpo, te canten por la mañana te soplen un beso. Deja que te sirvan de almohada, que se vuelvan sábanas, que se humedezcan en tus lágrimas. Deja que las palabras se vuelvan rosales en tu jardín, que desprendan su perfume inherente para adherirse a tu cuerpo.

miércoles, 30 de marzo de 2011

EL DÍA QUE EL ZÓCALO SE DETUVO.



Un destino incierto.


Llegamos a eso de las 3 y media al metro Zócalo, pensando cubrir un artículo acerca del Museo de la Caricatura. Así pues, nos dirigimos hacia él, caminando buscamos el número del edificio en la Calle de Donceles.

Justo al llegar, descubrimos que no había luz, y aún así nos querían cobrar la entrada. La señora que nos atendió advirtió que no alcanzaríamos a distinguir bien las caricaturas, y que era prácticamente bajo nuestro propio riesgo exponer nuestros ojos a la falta de luz, por lo que decidimos que al fin era el Zócalo, no iba a faltar algo por ver.

Así pues, comenzaos a caminar esperando encontrar algo que nos entretuviera o que fuera digno de escribirse aquí; pero seguíamos omitiendo el hecho de que no había luz, y pensábamos que al Zócalo la luz le iba a importar poco, pero era todo lo contrario.

Todos los locales y negocios del rumbo estaban sin energía, a excepción de unos cuantos conscientes, que instalaron una planta eléctrica; pero sus establecimientos poco nos servían para algo. Caminar con un montón de gente por el centro es algo típico, pero ir caminando con gente que busca entretenerse igual que tú a pesar de que haya plena luz del día es casi caótico.

Nuestra idea fue dirigirnos hacia Bellas Artes, para ver si encontrábamos algún evento o algo importante en esa travesía sin luz. Al llegar, encontramos unas cámaras que grababan una especie de danza a las afueras, pero nos resultó poco interesante porque parecía que era un ensayo. Fue entonces cuando decidimos tomar unas fotos en la fuente cercana al Palacio, pero descubrimos que el guardia de seguridad nos observaba y se acercó a quitarnos ipso facto. Creímos que era un hombre justo, pero con otras chicas hasta se acercó a tomarles las fotografías muy sonriente.

Avanzamos hacia una estatua de un caballo, donde vimos que nadie observaba si se tomaban o no fotografías, y José decidió tomarme unas fotos jugueteando con la composición de la fotografía. Al terminar eso que nos pareció un poco gracioso, decidimos ir a barrio chino y en busca del barrio español (que nadie supo dónde estaba o igual eran alucinaciones de José), por lo que regresamos a Bellas Artes y de ahí al Zócalo de vuelta a nuestro destino, que ya era nuestra casa.

Para nuestra mala suerte, descubrimos luego de estar ya cansados y bien comidos (unas hamburguesas en la plazuela enfrente del Palacio), había vuelto la luz, y parecía que nada había sucedido. Ya ni siquiera quisimos ir de fingido al museo, habíamos caminado sin rumbo buscando que ver unas dos horas, y ya sólo queríamos volver a casa.

Recomendación: En cuánto vean que no hay luz en el Zócalo, cómanse una hamburguesa y esperen a que vuelva la electricidad, porque al final si siguen caminando sólo se cansan y ya no hacen lo que tenían planeado.


Andrea González García

y

José Iván Gutiérrez Mata

1 comentario:

manipuladora de alimentos dijo...

me encanta eso de la estatua de un caballo y juguetear con la composicion de la fotografía... mu bueno en serio